jueves, 21 de febrero de 2013

Cuando el dolor te convierte en poetisa

No me dejes sin ti...

No tientes al destino.
No quiero buscar tu mirada en las nubes del cielo.
No pretendo ver marchitas las flores en abril.

Déjame estar a tu lado en los años venideros.

¿Es que no sabes que si respiro es por tu aliento?

No me dejes sin ti.

Ahora tú eres la razón de mi sonrisa,
y tengo frío si tu cuerpo no me cubre.
No consientas que me congele tan deprisa.

No me dejes sin ti...

No borres el camino que hemos dibujado.
No importa que haya tachones, borrones,
manchas de tinta y trazos arrugados,

pero...

...no me dejes sin ti...


viernes, 25 de enero de 2013

El médico de los pobres



    "Dios nos ha dado todo y Él juzgará cómo usamos sus dones. Trabajad con fe y con entusiasmo, sordos a los elogios y las críticas, porque nada es imposible si no creéis que lo sea. La vida es un momento. El honor y las victorias, las riquezas y la ciencia se acaban. Los encantos de la vida pasan y sólo el amor eterno permanece; la causa de todo acto de bondad. El amor nos sobrevive. Ama la verdad, muéstrate como eres sin pretensiones, sin fingimientos, sin recelos y sin miedos. Si la verdad te trae persecución, acéptala; y si te cuesta el tormento, sopórtalo. Si por la verdad tienes que sacrificarte y sacrificar tu vida, sé fuerte en el sacrificio, la muerte no es el fin, es el comienzo".

-San José Moscati-


miércoles, 23 de enero de 2013

¿Por qué quieres estudiar Educación Infantil?

   Cuando nos hacen esa pregunta siempre escucho la misma respuesta: “porque me gustan los niños”.

   Creo que la mejor respuesta es otra pregunta:

   ¿A quién no le gustaría trabajar con angelitos aquí en la Tierra?

    Estudiar esta carrera va mucho más allá de que te gusten los niños. Nos pueden gustar muchas cosas, así que no me parece una razón, aunque es mucho mejor que otras como “no me daba la nota para otra cosa”.

    Educar a un niño también supone amarlo. Es muy fácil ser maestro cuando todos los niños son adorables y siempre te hacen reír, pero el quererlos implica no abandonar ni perder la ilusión a pesar de tener situaciones en las que haya niños con problemas. Ser profesor es tener un título, empezar tu jornada laboral y al terminarla ir a casa. Pero ser maestro es amar verdaderamente lo que haces (e incluso tener una jornada laboral de 24 horas). No enseñamos el camino, enseñamos a buscar cómo explorarlo.
      
   En educación infantil enseñamos las bases de la vida: compartir, no pegar a la gente, ordenar las cosas cuando las terminamos de usar, lavarnos las manos antes de comer y los dientes después, pedir perdón, dibujar cosas bonitas intentando no salirse de los bordes, darle la mano a mamá y a papá cuando cruzamos la carretera, jugar, cantar, respetar la fila, pedir prestadas las cosas de mis amigos, dar los buenos días todas las mañanas, resolver mis propios líos... y tener curiosidad. Lo primero que aprendemos es a mirar; todo lo que necesitamos saber lo encontramos mirando. Está ahí, en alguna parte. 


    Los niños quieren aprender todo y los mayores han perdido su curiosidad.

   Lleva todo eso al mundo adulto: tienes la capacidad de resolver tus líos y de poner las cosas en su sitio. No importa la edad, siempre es mejor salir al mundo agarrado de la mano y estar junto a alguien.

   Ser maestro de educación infantil es tener el poder de formar la base de las personas... y de dar todo el amor del mundo a quien quizá no te recuerde con el paso de los años, pero que nunca olvidará que debe respetar una fila o que tiene que pintar sin salir de los bordes.

***

   Hace mucho tiempo, me enseñaron que las caricias consuelan las penas. Nunca olvidaré a esa maestra que acariciaba mi carita cuando le pregunté por qué no me habían traído mi premio, mientras ella me explicaba que quien lo debía traer había fallado.

   … pero ya no recuerdo su rostro.

domingo, 20 de enero de 2013

Había una vez...

...un abuelito calvito que se dirigía al hospital para conocer a su primera nieta.

  Había muchos bebés en la sala, todos arrugaditos y tapados en sus nidos. Preguntaron a mi abuelo: "¿reconocerías a tu pequeña? "

   No dudó. No vaciló. No buscó. 

   -"Esa del fondo, la más hermosa"- dijo mi abuelo.

    Mucho mejor empezar desde ese día el principio de mi existencia, y no desde el día en el que me concibieron mis padres, pues ni a mí me interesa conocer ese detalle...

   Después de un azote y unos cuantos años más, de momento sigo viva, y aquí derramaré mi mente, alma, corazón...

   ... y locuras de amor (por ti).

  Y colorín colorado, este cuento ha empezado.